Cine para evolucionar: "Phenomenon"


    Phenomenon es agradable, perfecta para toda la familia, de buenas intenciones y con una narración que se va cociendo poco a poco y una atmósfera familiar, que recuerda a los productos de Steven Spielberg de aquella época. No hay nada que sobresalga en su factura, en sus interpretaciones, en el tono de la puesta en escena... Todo es más que correcto, pero nada más. Sí me gusta y mucho el trabajo de John Travolta, haciendo de un hombre extremadamente bueno; en su versión original, por supuesto. Pero ha sido en su mensaje, el que yo interpreto, en el que he encontrado la razón por la que escribir.

    “Vamos a hacer un experimento y a ver qué ocurre”, me imagino yo que, en cierto momento, se dijeron unos supuestos extraterrestres, a los que nunca vemos. Le entregan, entonces, “poderes especiales” a George Malley (Travolta), con los que puede mover objetos con su mente, leer varios libros cada día (quedándose con su conocimiento), aprender todos los idiomas que quiera, comprender códigos secretos militares... George, mecánico y cultivador de su propia huerta, un hombre normal y corriente, no sabe cómo afrontar estas novedades, que le provocan estrés y ansiedad, hasta llevarlo cerca de tocar fondo.

    Sus nuevos conocimientos e ideas le convierten en un inventor de cosas extraordinarias y en alguien que ayuda a mejorar lo ya inventado por otros, en todos los campos posibles de la vida y quiere entregárselo a los expertos, siempre por el bien de la humanidad, pero ¿cuál es la respuesta de la gente?: miedos..., miedo por parte de sus vecinos y miedo, incluso, por parte del mismísimo gobierno; miedo a lo desconocido, miedo a que Malley se haya convertido en una mala persona, miedo a que ponga en peligro a su país... Comienzan a atacarle unos y, otros, a querer convertirle en un objeto de estudio. Esta historia me ha recordado al mito de la cueva de platón: unas personas viven en el interior de una cueva. Sólo se iluminan con unas antorchas y lo único que los acompaña son sombras proyectadas en las paredes. No conocen nada más; éste es su mundo. Un día, uno de los habitantes decide salir de la cueva y explorar el exterior (Malley recibiendo sus “poderes”) y contempla la vastedad del mundo y se da cuenta de que las sombras proyectadas son de ese exterior, de los humanos, animales y plantas que lo habitan. Vuelve al interior de la cueva y comparte todo lo que ha visto con sus amigos. Estos, incrédulos y borrachos de miedo, a causa, por ejemplo, del cambio que supone la nueva información y al enorme golpe al ego (“¿Llevo toda mi vida equivocado?”), atacan a su compañero, de forma violenta hasta matarle...

    Sigamos con la película. En vistas de que George no encuentra su lugar en su entorno, los supuestos extraterrestres deciden matarle, provocándole un tumor cerebral incurable y, así, terminar con el experimento. Ya han comprobado lo que querían comprobar. En una escena hermosísima (yo quiero que mi muerte sea algo así), George se despide de su esposa, habiendo dejando, antes, unos escritos para un científico.

    Al igual que esas dos obras de arte que son Perfect Days y Mary Magdalene, Phenomenon también habla de la iluminación, tal y como yo la entiendo, un estado del ser en paz, con momentos de absoluta belleza, que convive con ese otro estado del ser que es el del miedo.

    George, ya hacia el final de la película, tras un incidente muy negativo, se queda contemplando unos árboles (lo mismo que hacía Hirayama en la susodicha Perfect days). A partir de entonces, su actitud y su estado de ánimo cambia y radicalmente. Le dan la noticia de su cáncer y su ser no comunica otra cosa más que serenidad... Ha “alcanzado” la iluminación, pero sigue sin encontrar su lugar; no puede ir más allá (sí, hay mucho más allá de la iluminación, por ejemplo, la consciencia prana), porque así lo decidieron los supuestos extraterrestres; debe morir en paz.

    Lo que se describe va muy rápido, es una película, al fin y al cabo; la realidad es otra, hay un arduo “trabajo” que hacer con nuestra luz y con nuestra oscuridad, durante un tiempo nada corto; la paciencia es clave en este proceso personal y si se va a continuar hacia la consciencia prana, la “muerte” (transición) se ha de hacer en vida, no es necesario que fallezca tu cuerpo, simplemente, que haya un intercambio de energías, para pasar del miedo al amor incondicional: la “muerte” de tu oscuridad.

    Por cierto, en la escena final, la esposa, también, se queda contemplando unos árboles.


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