La primera vez que probé la ayahuasca (en ese momento, no conocía su otro nombre) fue tres días antes de mi viaje a la India. No recuerdo quién me pasó el contacto de la asociación, que organizaba ambos eventos…
Llegué
pronto el viernes en la noche y me recibieron más de 40 personas ansiosas (importante
este término) de una experiencia que, luego me di cuenta, para ellos, era algo
habitual de todos los fines de semana. Mientras esperaba sentado en el salón, el
cual se abarrotó en poco tiempo, empecé a sentir algo muy negativo, proveniente
del hombre que dirigía la ceremonia y la asociación, aunque esto último era
extraoficial. No sentí nada al respecto, ni siquiera algún tipo de miedo, que
hubiera sido lo normal. De hecho, ese hombre, minutos antes de comenzar, nos pidió
a los presentes (tuvimos que dividirnos en dos grupos, en dos salas diferentes
del apartamento) que levantáramos la mano aquellos que no estuviéramos
asustados, intranquilos o con algún temor. Fui el único que lo hizo y eso que,
aún, no era consciente del todo de esa negatividad del hombre, que se
desplegaría, en todo su esplendor, en el viaje a la India.
La
primera toma que me dieron no me hizo efecto alguno. Después de unos minutos,
en los que, incluso, llegué a sentarme en el colchón, observando a los
presentes por pasatiempo, vi que el hombre (que también bebió su ración de ayahuasca)
ordenó a la mujer, que se prestó a cuidarnos (una sola persona para más de 50
asistentes), que me diera un segundo pocillo y, aquí, fue donde comenzó mi
viaje. Resumiendo: fui bautizado (había comenzado este camino hacía, tan solo,
cuatro meses), literal y espiritualmente hablando, por el que, ahora, conozco
como el consejo Ran; se me explicó el porqué se vomitaba en estas ceremonias (nada
que ver con la “limpieza” de la que se habla) y, ya “bajando” y volviendo a
esta realidad, me pusieron una mano, de no sé quién, en el pecho, lo que me
produjo algo, de lo que todavía hoy, no soy consciente.
Fue un “buen viaje”, como te darás cuenta, del que salí absolutamente fascinado, encantado y completo, con ganas de comerme el mundo, pero, que quede claro, nunca enganchado a la ayahuasca; porque sí, aquella noche, fue la primera vez que me encontré con personas enganchadas emocionalmente a una sustancia, da lo mismo la que sea, en la que buscan y buscan desesperadamente respuestas y la felicidad. La ayahuasca, como todo instrumento (información), ni es “buena”, ni es “mala”; te da lo que le pides. Si acudes a una ceremonia desde tu dependencia, eso es lo que la ayahuasca te va a entregar.
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The first time I tried ayahuasca (at that time, I didn't know its other name) was three days before my trip to India. I don't remember who gave me the contact details of the association, which organised both events...
I arrived early on Friday evening and was greeted by more than 40 people anxious (important term) for an experience that, I later realised, for them, was a regular occurrence every weekend. As I sat waiting in the living room, which soon became crowded, I began to feel something very negative, coming from the man who was leading the ceremony and the association, although the latter was unofficial. I didn't feel anything about it, not even some kind of fear, which would have been normal. In fact, that man, minutes before the start, asked those of us present (we had to divide into two groups, in two different rooms of the flat) to raise our hands if we were not frightened, uneasy or in any way afraid. I was the only one who did so, and I was not yet fully aware of the man's negativity, which would unfold in all its splendour on the trip to India.
The first shot I was given had no effect whatsoever. After a few minutes, during which I even sat on the mattress, observing the people present as a pastime, I saw that the man (who also drank his portion of ayahuasca) ordered the woman who took care of us (only one person for more than 50 attendees) to give me a second bowl, and this is where my journey began. To sum up: I was baptised (I had started this journey only four months ago), literally and spiritually speaking, by what I now know as the Ran council; it was explained to me why people vomited in these ceremonies (nothing to do with the "cleansing" that is spoken of) and, already "going down" and returning to this reality, they put a hand, from I don't know who, on my chest, which produced something that I am still not aware of today.
It was a "good trip", as you will realise, from which I came out absolutely fascinated, enchanted and complete, wanting to take on the world, but, let it be clear, never hooked on ayahuasca; because yes, that night was the first time I met people who were emotionally hooked on a substance, no matter what it was, in which they desperately searched and searched for answers and happiness. Ayahuasca, like any instrument (information), is neither "good" nor "bad"; it gives you what you ask for; if you go to a ceremony from your dependence, that is what ayahuasca will give you.
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